El impulso de adoptar una máscara ha sido algo inherente al ser humano desde su época más primitiva. El disfraz como medio para adquirir atributos mágicos, como una forma de confundir a los malos espíritus encarnándose en otro ser, el disfraz para ocultarse en la caza… o como mera transgresión festiva dejando atrás las convenciones sociales.
De una forma u otra, el hombre se transforma cambiando de piel y apariencia. La máscara le ofrece protección, la posibilidad de acercarse a lo extraño, fundirse con lo ajeno convirtiéndose en algo distinto, nuevo y al mismo tiempo ancestral. Seres a medio camino entre las bestias y los dioses.
Las Mascaradas de invierno son un conjunto dispar de milenarias celebraciones paganas, predominantemente rurales, cuyo origen se remonta a ritos prerromanos de sociedades agrícolas y ganaderas. Con el fin del invierno llega el momento de la purificación, de espantar a los malos espíritus y favorecer la fertilidad del campo y sus rebaños. Los hombres se disfrazan tomando elementos de la naturaleza y materiales de desecho que rodean su vida cotidiana. Pieles, sacos, telas, cuernos, paja, trapos, ramas, huesos, cuerdas, centeno… todo ello aderezado con distintas campanillas, cencerros o esquilas que resuenan por las calles alejando los males.
De una forma u otra, el hombre se transforma cambiando de piel y apariencia. La máscara le ofrece protección, la posibilidad de acercarse a lo extraño, fundirse con lo ajeno convirtiéndose en algo distinto, nuevo y al mismo tiempo ancestral. Seres a medio camino entre las bestias y los dioses.
Las Mascaradas de invierno son un conjunto dispar de milenarias celebraciones paganas, predominantemente rurales, cuyo origen se remonta a ritos prerromanos de sociedades agrícolas y ganaderas. Con el fin del invierno llega el momento de la purificación, de espantar a los malos espíritus y favorecer la fertilidad del campo y sus rebaños. Los hombres se disfrazan tomando elementos de la naturaleza y materiales de desecho que rodean su vida cotidiana. Pieles, sacos, telas, cuernos, paja, trapos, ramas, huesos, cuerdas, centeno… todo ello aderezado con distintas campanillas, cencerros o esquilas que resuenan por las calles alejando los males.
(Esta filmación no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración del pueblo de Mecerreyes, Burgos. Gracias a Oscar, MªCarmen, Margarita, Julián… Y también a Marta, Jose y Catalina.)
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